viernes, 20 de diciembre de 2013

El príncipe está triste

Federico Fernández y su príncipe doliente

Muy bueno
El Lago de los cisnes Ballet Estable del Teatro Colón
Coreografía: Sir Peter Wright y Galina Samsova.  Repositores Coreográficos: Desmond Kelly y Denis Bonner. Música: Piotr Ilich Tchaikovski. Diseño de Escenografía y Vestuario: Philip Prowse. Producción: Talleres del Teatro Colón. Duración: 2 horas 45 minutos

El Lago de los Cisnes es el ballet del período académico más evidente. Quienes hayan estudiado danza clásica podrán reconocer exactamente todos los pasos aprendidos en el contexto de clase. La versión de Wrigth y Samsova no se aleja de la construcción obsesiva de Petipa e Ivanov. Pero el eje está puesto en la redistribución del peso escénico.
Ya desde el programa de mano se sospecha que la reina de los cisnes se encuentra relegada a un segundo plano. 
Aquí el protagonista es el príncipe Sigfrido. Hay un cortejo fúnebre que pone en contexto su tristeza y lejanía permanentes – muy bien interpretadas por Federico Fernández -. Acaba de morir su padre y debe asumir un trono y un matrimonio heterosexual que no parecen interesarle.  
Esta versión fue estrenada a nivel mundial en 1981 por el Ballet de Birmimgham. Y desde entonces se ha presentado en muchos escenarios. Wright y Samsova llevaron a un límite algo que ya estaba en la creación original, pero con la suficiente sutileza como para pasar inadvertido para muchos ojos. 
La eterna confrontación entre el bien y el mal, personificados en Odette y Odile, son interpretados por la misma bailarina (Carla Vincelli en las funciones del 17-19-21-26 y 28, Nao Sakuma el 18-20 y 22 y Luana Brunetti el 27)
La Odette de Carla Vincelli, es convincente. Su técnica de brazos y de puntas evoca a ese cisne tantas veces visto, pero que nunca deja de asombrar.
La noche del estreno un apagón total en el foso de la orquesta obligó a la compañía a retomar sus pasos en el Pas de deux del segundo acto. A pesar del percance Fernández y Vincelli enternecieron con ese amor decimonónico condenado a la tragedia. 
El Pas de deux del Cisne Negro cautivó a la audiencia con su picardía. Y aunque a esta Odille no le faltan sonrisas, tal vez sí, un poco más de espesura y sensualidad.
Uno de los detalles poco habituales de esta puesta es el avance insospechado del rol de Benno, el íntimo amigo del príncipe Sigfrido. Maximiliano Iglesias tiene a su cargo la complicidad en los diálogos pantomímicos. Y es el sostén en el sentido literal, en la tragedia final del cuarto acto. Pero esto no le impide la ligereza de sus saltos ni la simpatía con la participa del Pas de Trois.
El Pas de Quatre del segundo acto, identificado popularmente como “la danza de los pequeños cisnes”, aquí no fue entregado a quienes hacen sus primeras armas en el escenario, sino a primeras bailarinas del Ballet Estable. Entre ellas se destaca la gracia y jovialidad de Natalia Pelayo, que también cubre los roles de la Princesa Napolitana y el Pas de Trois del primer acto.
El diseño de vestuario tiene un detalle menor, que fascinará a los grupos de defensa de los animales: ninguno de los trajes lleva plumas. Y lo más desacertado en lo escenográfico, es el escaso protagonismo del lago en sí: es apenas el dibujo de unas ondas tras las columnas. Y no recibe a los amantes tras un salto. Sus muertes se diluyen a ras del piso. Y en un momento donde existen demasiados puntos para enfocar. 
Vagram Ambartsoumian construye un malvado tan fascinante que su muerte se lleva todas las miradas, cuando sucede en simultáneo con la entrada del príncipe en las aguas. Y ese es quizás el único momento en que el heredero melancólico pasa fugazmente a segundo plano.
Además de la exigencia física de ser el único personaje que protagoniza los cuatro actos, esta versión no permite que el príncipe suelte el centro de la escena ni después de muerto. 
Este final, nada habitual, niega rotundamente el imaginario romántico de los amantes “juntos por la eternidad”.

Para agendar: funciones  20, 21, 26, 27 y 28 de diciembre a las 20:30 y domingo 22 de a las 17:00. Regresa en marzo del 2014 con cinco funciones a precios populares
Entradas desde 40 $. Descuentos del 90 % para docentes y alumnos de la UBA. 

La oscuridad del acto blanco



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