viernes, 16 de noviembre de 2012

Tierra, cemento y raíces


foto - Alejandra Del Castello

Tierra y Cemento. / Dirección: Laura Zapata / Intérpretes: Laura Zapata, Mariela Puyol, Nelson Barrios, Brian Moya, Bruno Klewzyc, e invitados del Combinado Argentino de Danza 
Nuestra opinión: Muy buena

A veces, en simultáneo con el baile hay proyecciones de video. Alguien baila aquí, bajo las luces. Alguien baila allá, en los pasillos de la villa, bajo el sol. Y es un solo espacio escénico. Desde el nombre del espectáculo y su planteo conceptual, hablan de "la alquimia de un ser híbrido que no pertenece a un solo lugar". Pertenecen a la tierra y su conexión con lo tribal. Pertenecen al cemento, que es artificial, pero es futuro. Y bailan desde ese lugar. Desde esos dos lugares.

Se trata de un espectáculo anfibio, que mezcla diversos estilos que componen el hip-hop y elementos de danza contemporánea. La obra cuenta con el apoyo de ProDanza, lo que les permitió extender el tiempo de laboratorio para crear la obra y encontrar el movimiento más genuino.

Brian Moya y Laura Zapata crecieron en los talleres de la Fundación Crear Vale la Pena, donde recibieron un sólido entrenamiento en baile y canto, que Zapata completó con formación docente. Y por eso también juega de local en el Centro Cultural Ricardo Rojas, donde da clases de estilos de hip-hop desde 2010.

Laura Zapata tiene 27 años y lleva dos tercios de su vida bailando. Nació, creció y sigue viviendo en el barrio San Cayetano, una villa de la zona norte del Gran Buenos Aires. Su caso no es de los que "se sobreponen a sus orígenes". Ella los incluye, no los niega. Es una luchadora incluso cuando resignifica la formación en catch que le dio su papá, antiguo integrante de Titanes en el ring y la mezcla en un estilo de hip-hop: el krumping, que suele utilizarse en los duelos de baile.

El vestuario, creado por Martín Churba, tiene la huella indiscutible de la marca Tramando. Sobre todo se luce en los detalles de las máscaras de lucha libre, cosidas con infinitos cordones de colores.

Así como entran y salen del centro de la escena para dejar lugar a las proyecciones, despliegan elementos desde otros planos. En el piso, cuando es el momento de contar una historia con las manos, suspendiendo el resto del cuerpo. En los laterales, cuando se hacen cargo en vivo de la banda de sonido y cantan sobre las bases, o hacen beatbox.

Y en el aire, cuando juegan con una piñata suspendida. Hay momentos en que el clima es de cumpleaños infantil, por la inocencia, por el disfrute desde el juego. Y como todo cumpleaños es una celebración de la identidad. Celebran que saben muy bien quiénes son. Y desde dónde están bailando.



Nota publicada en La Nación el 27-10-12
http://www.lanacion.com.ar/1521066-bailar-desde-las-raices

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