martes, 18 de diciembre de 2012
Un show colorido que no me convenció
Shen Yun es una compañía neoyorquina de danza clásica china, con tres elencos girando en simultáneo por todo el mundo. El que se presenta en Buenos Aires tiene 95 artistas en escena, incluida la orquesta que toca en vivo desde el foso.
Pero no se trata simplemente de una compañía de danza. Se presentan como instrumentos de una misión: "revivir los valores de la humanidad y transmitir el mensaje divino de una cultura milenaria".
El espectáculo promete un paseo por diversos paisajes de China y por cinco mil años de historia. Así es como se suceden danzas étnicas de diversas regiones y vastas referencias a antiguas dinastías.
Este viaje en el tiempo lleva tiempo: dos horas y media, con un intervalo de 15 minutos. Las veintidós escenas son hilvanadas por una pareja de presentadores bilingüe que explican de un modo bastante literal lo que se va a ver en cada caso. Shen Yun es el brazo artístico de Falun Dafa, una rama del budismo. Los himnos religiosos que entonan con corrección, pero poca emoción, las sopranos y tenores tienen traducciones proyectadas en la pantalla posterior. Así es como pueden leerse referencias directas a esta filosofía. Y en medio de las danzas con cinco mil años de tradición, insertan dos escenas situadas en la actualidad donde los practicantes de Falun Dafa entablan una lucha física contra la policía comunista. El programa de mano está escrito en castellano y chino, y reitera lo que dicen los presentadores, donde las referencias ideológicas aparecen de modo más lineal, como "el demonio rojo difunde mentiras".
Lo más interesante de todo el espectáculo es la música. Los compositores lograron una amalgama de las músicas occidental y oriental, cercana a las bandas de sonido de Hollywood. La orquesta es conducida con precisión por una directora de origen británico, que combina el esquema sinfónico con el sonido del Gong o del Erhu -ese violín de dos cuerdas y cuatro mil años de historia.
El vestuario merece un capítulo aparte. Las telas son exquisitas en su levedad, y la complejidad de sus bordados. Todos los cuadros tienen cambios de vestuario, casi siempre en colores complementarios y plenos. Y los trucos de giros y acrobacias favorecen el lucimiento de esas sedas, a los que el público entusiasta aplaude con admiración. Pero aunque hay cambio de colores, no hay matices. Shen Yun sufre una obsesión por la composición simétrica del espacio, el baile en círculos concéntricos y el uso repetido del canon. Los puntos más interesantes, coreográficamente hablando, son algunas de las danzas étnicas en las que incluyen elementos externos al vestuario como tazones o pañuelos voladores.
En síntesis, se trata de un espectáculo paternalista y reiterativo. Demasiado escolar para que lo disfruten los adultos. Demasiado extenso para que lo disfruten los chicos.
Nota publicada en La Nación el 18-12-12
http://www.lanacion.com.ar/1537918-un-paseo-por-diversos-paisajes-de-china
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